Tenía Juanito ya ocho años cuando un día,
mientras su madre había ido a un pueblo cercano para sus asuntos, quiso
alcanzar algo que estaba colocado en lo alto de un armario de la cocina.
Como no alcanzaba, arrimó un taburete, se
subió a él y, al levantar el brazo, chocó con la aceitera, que cayó al suelo y
se rompió.
-¡Ay de mí!
¿Qué podía hacer?
Un estropajo y a fregar el aceite. Pero a
ver quién era capaz de quitar aquella mancha y aquel olor…
Juanito pensó cómo evitar a su madre aquel
disgusto, pero sabía que había actuado mal.
Así que cogió una vara y salió a esperar a
que llegara su madre.
-
¡Hola mamá!
-
¡Hola Juanín!
-
Mamá…toma la vara…
-
¿qué ha pasado?
-
Que..me subí al vasar…
hice así…y desgraciadamente se cayó la aceitera al suelo y se rompió… merezco
que me castigue.
Mamá Margarita contempló
a su hijo, miró la vara y, sonriendo le dijo:
-
Lo siento; comprendo
que no has tenido la culpa y te perdono. Pero no olvides nunca mi consejo:
antes de hacer algo, piensa en las consecuencias. Has de ser más juicioso,
¿entendido?, pero me alegro de que hayas entendido que lo mejor es decir
siempre la verdad.
Muy bonita historia y es util para trabaja con los niños
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