Esta semana
estamos hablando de las misiones y los misioneros, y es que ya Don Bosco vio la
importancia de que hubiera misioneros, por eso hoy os vamos a hablar sobre los
primeros Misioneros salesianos.
Para hablar de
este tema hay que tener siempre muy presente que Don Bosco ya llevaba años
pensando y sopesando cómo podría ayudar a esas personas que estaban a miles de
kilómetros y que ni conocía, pero que sabía que necesitaban la ayuda de alguien
y había niños y jóvenes completamente
abandonados a su suerte.
Don Bosco
sabía que se iba a encontrar con muchos y duros quebraderos de cabeza, pero
—por encima de todo— estaba convencido de ello y sabía que Dios, a través de
personas importantes, se lo estaba pidiendo.
El “Padre de
la juventud” tenía muy claro cuál era la misión de sus misioneros, sobre todo
en esta primera expedición a la Patagonia: «la gloria de Dios y las muchas
almas a salvar […], los niños y jóvenes abandonados, necesitados de atención y
ayuda».
Comentemos
algo de esta primera expedición. Lo primero y muy importante fue que Don Bosco
no envío al cargo de ella a cualquiera, sino que escogió a uno de los mejores
(por supuesto, con su consentimiento; ya que Don Bosco nunca envió a quien no
quería ir): Juan Cagliero, que en 1884 llegó a ser ordenado obispo y,
posteriormente, fue nombrado Cardenal.
Don Bosco
acompañó a sus primeros Salesianos hasta el puerto de donde saldría la
embarcación, con esperanza, pero con sentido de la realidad y del dolor que
supone la separación, ya que sabía que no volvería a ver a muchos de ellos. Un
14 de noviembre de 1875, a las dos de la tarde, zarpó la embarcación de la
Compañía Francesa de Transportes Marítimos de Marsella —se llamaba “Savoie”—,
llevando la primera expedición de misioneros salesianos con destino a la
Patagonia, con Juan Cagliero al cargo, recibiendo las últimas recomendaciones
del mismo Don Bosco.
Todo esto, y
lo que se encontraron al llegar, Don Bosco lo había visto en un sueño que tuvo
en 1872 y que contó por primera vez al Papa Pío IX en marzo de 1876. Después, y
en privado, también se lo contó a otros Salesianos.
Hubo muchas
más expediciones que se fueron propagando por el resto del mundo, todas ellas
con el mismo lema salesiano que la primera: atención a los jóvenes y más
necesitados, creando escuelas, talleres e intentando sacar alguna vocación.
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