"Había una vez una mujer muy piadosa,
que puntualmente acudía todas las mañanas a rezar a la capilla de su barrio.
Día tras día, lloviese o hiciese sol, estuviera sana o enferma, pasase lo que
pasase, como un reloj, a las siete en punto de la mañana, era la primera
persona en llegar a la capilla, empujar la puerta y entrar a rezar.
Una mañana, despertó sobresaltada. ¡Se había
dormido! ¡Eran las siete menos diez, y no llegaría a horario a su cita diaria!
A toda carrera se levantó, se peinó y se vistió como pudo. Con la ropa medio
arrugada y los cabellos medio desordenados salió velozmente de su casa y enfiló
rumbo a la capilla. Apenas hubo salido, casi tropieza con un viejito que venía
a penas en una bicicleta, y al cruzarse con ella perdió el control del vehículo
y cayó al suelo. Lamentablemente la mujer iba muy apurada como para detenerse,
así que apenas logró esbozar una disculpa y continuar en su carrera.
Un rato después, se le cruzó una mujer que le
pidió una ayuda para poder pagar una consulta en el hospital. "Perdone,
estoy apurada" alcanzó a decir sin detenerse y continuó su veloz marcha.
Apenas hubo logrado esquivar a la mujer, se le cruzó un niñito que le pidió un
poco de pan. "Disculpa hijito, pero tengo una cita con Dios y no puedo
llegar tarde. Otra vez será", y siguió su interrumpido camino.
Cuando por fin llegó a la capilla, miró de
reojo el reloj. ¡Eran las siete en punto! ¡Lo había logrado! Embargada por la
emoción de no haber fallado a su cita, empujó como de costumbre la puerta de la
capilla, pero... no se abrió. Volvió a empujar con más fuerza, y nada. ¡Qué
extraño! Jamás en los doce años que llevaba con su diaria rutina, había
encontrado la puerta cerrada. De pronto notó que había una nota clavada en la
puerta de la capilla. Desconcertada, la desclavó y la leyó. La nota, garabateada
como con apuro decía:
"Perdón por no estar aquí. Esta mañana
tuve un accidente en la bicicleta, y encima después no pude conseguir dinero
para ir al hospital, ni un poco de pan para desayunar, así que es probable que
llegue un poco tarde. Firma: Dios".
Mensaje: Las obras no son de caridad
cuando se hacen por interés.
Reflexión: Cuántas veces
vamos corriendo porque tenemos muchas cosas importantes que hacer y no miramos
a nuestro alrededor. No vemos la hermosura del mundo en el que vivimos, tampoco
las injusticias que nos rodean. ¿Cuándo ha sido la última vez que te has parado
y has mirado a tu alrededor? ¿Cuándo fue la última vez que le diste la mano al
que la necesitaba? ¿Cuándo dijiste por última vez gracias?
Oración final:
Señor,
enséñanos a amar y a pensar en los demás, sobre todo, a quienes nadie ama.
enséñanos a amar y a pensar en los demás, sobre todo, a quienes nadie ama.
Señor,
haz que suframos al ver que otros sufren. Concédenos la gracia de comprender que, mientras vivimos una vida demasiado feliz, hay millones de hombres, hijos tuyos y hermanos nuestros, que mueren de hambre, sin haber merecido morir de hambre; que mueren de frío sin haber merecido morir de frío.
haz que suframos al ver que otros sufren. Concédenos la gracia de comprender que, mientras vivimos una vida demasiado feliz, hay millones de hombres, hijos tuyos y hermanos nuestros, que mueren de hambre, sin haber merecido morir de hambre; que mueren de frío sin haber merecido morir de frío.
Señor,
ten piedad de todos los pobres del mundo.
ten piedad de todos los pobres del mundo.
Perdónanos, porque, por miedo, los hemos
abandonado.
No permitas, Señor, que vivamos felices
en solitario. Haznos sentir la angustia de la miseria universal, y libéranos de
nosotros mismos. Amén.
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